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Mostrando entradas de octubre, 2012

Quieren y quieren

Quieren que escriba poesía para arrullar mujeres, quieren que escriba poesía para dar por santos a los hombres. Quieren, quieren y quieren quieren creer que quieren, un lugar común donde caer, cuando sus cuerpos sean destrozados por el paso   del tiempo. Y a veces yo también creo querer a alguien sujeto a este mundo. La verdad se me tiñe de un color, el color del fuego muriendo lentamente. Sí, señores el fuego del corazón puede desbaratarse ante el menor roce del recuerdo, seguimos esperando, aferrados a un día, probablemente llegue cuando seamos una lámpara en una habitación oscura. Ojala pudiera probar que no hay más vida que la vida que podemos vivir, deshojando girasoles. ´ Yo tampoco entiendo porque las niñas de ahora se hacen la manicure, yo escribia poemas en los libros de la SEP.

Expulsión por telepantalla de la detección

Siempre busco escribir desde el inconsciente, pero hoy me he planteado hacerlo muy consciente. Entonces, mientras desviaba la atención de las luces gemelas de unos abanicos que volaban de forma perpetua. Me percate que la nave se había vuelto más grande  y oscura, pero que algo en su interior todavía seguía vivo y eran los seres que siempre sostenian dos antenas para colocarme una telepantalla del siglo pasado, donde señalaba el excesivo tráfico de visiones exteriores que cada individuo propiciaba, fue allí cuando me dijeron: Escucha las radiación. Esas radiaciones indicaban a alguien hablando del cancer en el ovario y después me tocaron los hombros.  ¿Es aquella una expresión? pero, yo solo vivo con unos residentes indesceables ni siquiera alcanzo a decir la palabra cancer.¿ No esperaran a que me vaya o sí?Juro que yo no los invité, ellos se instalaron de alguna forma cuando me encontraba inventando las galaxias destruidas. Entonces, ¿Me voy a curar? ¿Voy a vivir para volar? ¿Pod

De cómo en una noche cai en un hoyo negro

Todo comenzó cuando me dijeron que tenía el excusado roto, es decir, mi corazón. Sí el corazón que antes era un círculo vicioso se había convertido en las ojeras de mi amante putativa. Cuando me metí de DJ en una cantina horrorosa con un nombre que ni siquiera quiero recordar y, con tres hombres que no dude un segundo en mandar al carajo. Me habían nombrado Presidente de la junta de las locas, unas mujeres intensas que a la primera muestra de cariño habrían sus puertas y   mostraban como estudiantes desesperadas un pedazo de alguna hoja maltratada con cálculos exagerados sobre múltiples galaxias, adentro de espacios invisibles y divisibles que mi conciencia no puede recordar, porque todavía tengo el corazón roto. Al estar en la pista moviéndome como ola, una de las mujeres se acerco para mostrarme su descubrimiento del hoyo negro, claro, que en ese momento caí en cuenta de que estaba loca, pero no era una locura común de esas que todos tenemos, era una locura sin argumentos, sin